25 años del fichaje de Figo al Real Madrid

25 años del fichaje de Figo al Real Madrid


25 años del fichaje que cambió el fútbol: Luís Figo al Real Madrid

“Si gano las elecciones, Figo será jugador del Real Madrid. Y si no lo traigo, pagaré yo mismo el abono de todos los socios.”

Con esa frase, lanzada como un órdago durante la campaña electoral de 2000, Florentino Pérez puso el mundo del fútbol patas arriba. En aquel momento, Florentino era un personaje casi desconocido en el entorno futbolístico, un empresario con fama de “tiburón” de los negocios, pero sin trayectoria en los despachos del balompié. Para muchos socios, era un vendehumos, un intruso sin posibilidades de vencer al todopoderoso Lorenzo Sanz, el presidente que acababa de ganar la Champions de 2000 y que ya había devuelto al Real Madrid al trono europeo en 1998.
Aquel verano de 2000, nadie podía imaginar que el hasta entonces “señor de las obras” acabaría protagonizando el fichaje más mediático, polémico y determinante de la historia del fútbol: el traspaso de Luís Figo, capitán y emblema del FC Barcelona, al eterno rival.


El ídolo del Barça

Figo no era un jugador cualquiera. En el Barça, donde había llegado en 1995 procedente del Sporting de Lisboa, se había convertido en el capitán, líder y alma del equipo. Su carisma, técnica y entrega lo habían hecho intocable para la afición culé, y hasta contaba con una canción personalizada: “no pares Figo, Figo, no pares Figo, Figo”. Además de su liderazgo en el campo, el portugués era pieza fundamental en el vestuario y tenía buenas relaciones con todos los futbolistas; incluso hizo a Josep Guardiola, “su hermano”, padrino de una de sus hijas.

Con el Barça conquistó dos Copas del Rey, dos Supercopas de España, una Recopa y dos Ligas, convirtiéndose en el referente, junto a Rivaldo, del Barça de aquellos años. Era el heredero natural del liderazgo que habían dejado figuras como Guardiola o Stoichkov. En el Camp Nou, Figo era más que un jugador: era la bandera de un proyecto. Por eso, cuando comenzaron los rumores de su posible salida, nadie les dio credibilidad. ¿Cómo iba a irse el capitán al eterno rival? Era algo impensable. Él no podía hacer eso… ¡si hasta se atrevió a cantar aquello de “blancos llorones, saludad a los campeones” en la celebración de un título culé!


El fichaje más polémico de la historia

Florentino Pérez había diseñado una estrategia maestra para ganar las elecciones. Sabía que con promesas vacías no podía competir con Lorenzo Sanz, que se presentaba como el presidente que había devuelto al club a lo más alto de Europa con las Copas de Europa de 1998 y 2000. Así que apostó por algo más grande: asegurar el fichaje de la gran estrella del Barça.

En secreto, Pérez negoció con José Veiga, representante del portugués, y la leyenda dice que diseñó un contrato privado con una cláusula brutal: si Florentino no ganaba las elecciones, pagaría él mismo una cifra millonaria a Figo. Pero si ganaba, el jugador debía firmar con el Real Madrid. La misma leyenda sostiene que Veiga y Figo tomaron a ese señor de gafas y voz repelente como un auténtico mindundi.

El 16 de julio de 2000, Pérez ganó las elecciones, y el 24 de julio, el Bernabéu explotó: Luís Figo era presentado como nuevo jugador del Real Madrid por 60 millones de euros, el fichaje más caro de la historia en ese momento.


La reacción del Camp Nou

El traspaso fue una auténtica traición para los culés. El héroe, el capitán, había cruzado la línea roja más grande del fútbol español.

Desde que Florentino había pronunciado su frase demoledora, el entorno de los dos clubes vivió en una auténtica tempestad de incertidumbre, ambos inmersos en procesos electorales. Para colmo, uno de los periodistas de Barcelona más cercanos a Figo interrumpió sus vacaciones para conseguir una entrevista exclusiva en la que el futbolista aseguraba rotundamente que no ficharía por el eterno rival y que seguiría vistiendo la camiseta azulgrana. Hasta aparecía sonriente en las fotografías posando con la camiseta del Barça. Unos días más tarde, se consumaba la traición.

La afición culé no se lo perdonó jamás. El punto álgido de toda la tensión llegaría el 26 de octubre del año 2000.


26 de octubre de 2000: La noche del cochinillo

Nunca antes un Clásico había sido tan esperado, tan tenso y tan cargado de odio como aquel Barcelona–Real Madrid. Las semanas previas al partido fueron un auténtico hervidero:

-Las portadas de la prensa deportiva catalana no daban tregua, con titulares que hablaban de “traición” y “enemigo público”.

-Los programas de opinión, tanto en Cataluña como en Madrid, alimentaban el morbo día tras día, con Figo como protagonista absoluto.

-Radios, tertulias y columnas convirtieron el regreso del portugués al Camp Nou en una batalla emocional, casi política.

La tensión en el estadio era evidente. Aficionados azulgranas portaban billetes falsos con la cara de Figo, llamándole “pesetero”, mientras pancartas incendiarias anunciaban un recibimiento hostil sin precedentes.

Otras leyendas culés como Schuster o Laudrup habían cambiado Barça por Madrid, pero el aficionado culé consideraba que ellos tenían sus motivos. Lo de Figo, sin embargo, fue la gran traición.


Un ambiente irrespirable

Desde el calentamiento se percibía algo distinto. El clima era irrespirable, una mezcla de ruido ensordecedor, insultos y objetos volando desde la grada. Cada vez que Figo tocaba el balón, una ola de abucheos y silbidos recorría el estadio como un rugido salvaje.
Durante el encuentro, el césped del Camp Nou se convirtió en un campo de batalla simbólico:

-Una botella de JB, arrojada desde la grada, quedó como símbolo de la ira de algunos aficionados.

-La famosa cabeza de cochinillo, lanzada cuando Figo se disponía a sacar un córner, dio la vuelta al mundo.

-Billetes falsos con el rostro del portugués cubrieron el área.

Era una imagen lamentable para el fútbol, reflejo de la fractura emocional que había provocado su traspaso.


El partido y el nacimiento de un líder

El resultado final fue 2-0 a favor del Barcelona, con goles de Luis Enrique y Simão. Sin embargo, el marcador fue lo de menos.
Lo verdaderamente importante fue que, en aquel contexto de guerra, sobresalió un nombre propio: Carles Puyol.
Aquella noche, el joven defensa de la cantera se encargó de marcar a Figo, mostrando una garra y concentración que asombraron a todos. Su impecable marcaje no solo frenó al portugués, sino que le dio la confianza necesaria para asentarse en el once titular. Ese día comenzó el camino de Puyol hacia la leyenda, convirtiéndose años después en uno de los capitanes más emblemáticos de la historia culé.


Figo en el Real Madrid

Una vez en el Madrid, Figo se convirtió en la piedra angular del proyecto “Galáctico”.
En su primera temporada, ganó la Liga y fue galardonado con el Balón de Oro (2000), un premio conquistado en parte por su temporada anterior en el Barça y por su espectacular Eurocopa.
Junto a Zidane, Raúl, Ronaldo, Beckham y Roberto Carlos, formó uno de los equipos más mediáticos y espectaculares de la historia. Sus galopadas y centros medidos fueron claves en la Champions de 2002.

Con el tiempo, Figo adoptó un estilo de vida y unas posturas políticas muy contrarias al sentir mayoritario del soci culé. La gomina, el patriotismo español y la ideología conservadora parecían casar mejor de blanco que de azulgrana. Aquel portugués que antes levantaba incluso a la burguesía catalana de sus asientos se convirtió, para muchos, en un Judas eterno.


El legado del fichaje

El fichaje de Figo no solo cambió al Real Madrid: cambió el mercado de fichajes para siempre. Nunca antes un capitán del Barça había fichado por el eterno rival, y nunca con tanta polémica.
Además, este movimiento convirtió a Florentino Pérez en algo más que un presidente: en el arquitecto de una nueva era del fútbol, donde los grandes contratos y las estrellas globales serían el eje central. Aquel mindundi de gafas y voz repelente se convirtió en el hombre más poderoso del fútbol mundial.


25 años después

Hoy, 25 años después, aquel fichaje sigue siendo recordado como un punto de inflexión. Florentino pasó de ser un desconocido a convertirse en el presidente más exitoso en la historia del Real Madrid, y ahí sigue, firme en su trono.
Figo, pese a las críticas iniciales, es recordado como una leyenda en Chamartín y como el hombre que encendió la mecha de los “Galácticos”.


¿Y si Figo le hubiera dicho que no a Florentino?

A veces la historia del fútbol cambia por detalles minúsculos… bueno, o por detalles de 60 millones de euros. Pero imaginemos por un momento un universo alternativo:

Florentino Pérez, tras perder las elecciones, habría pasado a ser “el payaso de las mil bofetadas”, pagando de su bolsillo las cuotas de todos los socios y apareciendo en programas como El Chiringuito como el mayor gafe de la historia del Real Madrid. Quizá habría vuelto al asfalto de sus carreteras y autopistas, jurando no volver a pisar un estadio salvo para ver conciertos de Julio Iglesias.

Mientras tanto, Figo se habría quedado en el Barcelona, driblando rivales y conduciendo al equipo de Gaspart a ganar Ligas y Champions. En este universo paralelo, Joan Gaspart, en lugar de invertir en Petit y Overmars, se habría convertido en el presidente más visionario de todos los tiempos, con una estatua suya a las puertas del nuevo Camp Nou que él mismo habría construido.

Figo habría sido tan feliz en Cataluña que, junto con su “hermano” Guardiola, se habría convertido en abanderado del movimiento independentista. Tras retirarse, habría ocupado un despacho en el club, asesorando a Messi, Ansu Fati y Lamine Yamal con frases como: “El secreto es saber decir que no”.

Pero el fútbol es así: todo cambió por un insolente (bueno, y por 60 millones de razones).

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