Con el fichaje de Joan García por el FC Barcelona, no solo se firma un refuerzo de garantías en la portería culé, sino que se reabre una vieja tradición futbolística catalana: la de jugar en el Espanyol y luego hacer las maletas (pero cortas) hacia el Camp Nou. Esto, que pasa cada temporada en el fútbol base, no sucedía en el fútbol profesional desde los tiempos de un tal Korneiev.
Y es que, no estamos hablando de jugadores que militaron en algún momento en ambos equipos, no. Nos referimos a los que vestían la camiseta blanquiazul y luego fueron fichados directamente por el fastidioso vecino. Traidores para unos, valientes para otros, y para la mayoría… simples profesionales con buena vista para las oportunidades que desean cambiar de equipo pero no de ciudad.
Vamos a repasar los casos más sonados de esta ruta Sarrià o Cornellà–Les Corts, con algo de memoria histórica, anécdotas y una pizca del sarcasmo sin ánimo de ofender a nadie.
Ricardo Zamora – El pionero de todo esto (y con estilo)
Antes que nada, hay que decirlo: Zamora fue un rockstar del fútbol antes de que el rock existiera. Quizás el primer futbolista mediático, de los que anunciaban colonias, pitillos o jarabes para la tos. Portero elegante, con una gorra icónica que inspiraría a generaciones de porteros con estilazo, Zamora comenzó en el Espanyol, se fue al Barça en 1919 (cuando aún olía a naftalina el fútbol), y revolucionó el concepto de portero.
¿Traidor? Para nada. En aquellos años, el traspaso fue más parecido a un acuerdo entre caballeros de bigote y copa de coñac. De hecho, volvió al Espanyol después. Hoy, le pondrían una pancarta en la grada con una ceja levantada.
Canito – El rebelde con causa (y un peinado inolvidable)
La historia de Canito es de las que darían para miniserie. Canterano del Espanyol, figura indiscutible, su fichaje por el Barça en 1979 fue un terremoto. Pero su verdadero momento viral llegó en 1981… jugando ya con el Barça, celebró un gol del Espanyol que le daba la salvación. ¡En pleno Camp Nou! A ver si Joan repite la historia del Rey de la Zona Franca.
Los culés no se lo perdonaron y los pericos no supieron si abrazarlo o pedirle que se aclarara. Canito no cruzó la línea, la pintó él mismo y luego bailó encima.
Urbano Ortega – De Sarrià a cubrir huecos en el Camp Nou
En los 80, el fútbol tenía bigotes, entradas duras y fichajes discretos. Urbano llegó al Barça en 1982 después de hacer carrera en el Espanyol. Su paso por el Barça no fue espectacular, pero se ganó el pan y el respeto. En el fútbol moderno es conocido por su carrera como ojeador y directivo.
Un jugador sobrio, que no desentonó ni brilló. Como el salmón ahumado en una boda: siempre cumple.
Urruti – El portero que se hizo eterno con una frase
Javier Urruticoechea, otro portero que cruzó la acera. Del Espanyol pasó al Barça en 1981, y no solo se ganó la portería, sino la historia. El mítico “¡Urruti, t'estimo!” tras parar el penalti decisivo en la liga del 85 lo catapultó al cariño eterno del barcelonismo.
Un tipo humilde, con manos de hierro y corazón noble. Murió demasiado pronto, pero su paso por ambos clubes quedó grabado con respeto y cariño. Y con ese cántico que aún pone la piel de gallina.
Miquel Soler – El coleccionista de camisetas
Aquí nos ponemos serios: Miquel Soler jugó en Barça, Espanyol… y el resto del territorio español. El hombre es un caso único: jugó en el Espanyol, luego en el Barça, y lo que hizo con los clubes de la ciudad condal lo repetiría después en Madrid... en fin, el GPS lo tenía en modo aleatorio.
Zurdo correoso, cumplidor y siempre fiable, Soler es el único futbolista que ha jugado en Barça, Espanyol, Atlético de Madrid y Real Madrid. Un verdadero explorador del fútbol español, un experto que se conoce los pasillos de todos los estadios del fútbol patrio.
Ernesto Valverde – Jugador de paso, entrenador de gloria
El Txingurri llegó al Barça como jugador en 1988 tras un paso breve por el Espanyol. No dejó mucha huella en el césped, pero años más tarde, como entrenador, logró entrenar a los dos equipos y ganó dos ligas y una Copa del Rey con los culés. Y una mochila llena de memes por su cara de “me están juzgando pero yo tengo paz interior”.
Lo curioso:en el Espanyol sí dejó mejor recuerdo como jugador. Pero ya sabemos que en el fútbol la memoria es selectiva.
Igor Korneiev – El ruso que se atrevió
Uno de los casos más peculiares. Igor Korneiev, elegante centrocampista ruso, llegó al Espanyol en los 90 y luego fichó por el Barça en el 94. Su estilo técnico y fino no terminó de cuajar del todo en el Camp Nou, formando parte de los últimos años de la etapa de Johan Cruyff, donde todo era un poco caótico y él aportaba un poco más que humo saliendo desde el banquillo.
Aún así, se le recuerda con cariño. Aunque nunca se supo si sabía exactamente en qué equipo jugaba cada fin de semana. Triunfó después en el fútbol neerlandés.
Joan García – ¿El próximo gran portero culé?
Y llegamos a Joan García, el flamante fichaje culé para la portería, da el salto desde el Espanyol tras una gran temporada. Joven, valiente y con reflejos de ninja, llega para competir en un puesto que ha estado cubierto por leyendas. No lo tendrá fácil, pero ya forma parte del club más exclusivo del fútbol de la ciudad condal: los que se atrevieron a cruzar la calle… y lo hicieron con los guantes puestos.
Entre portero y portero, entre Ricardo Zamora y Joan García, además de Urbano, Urruti, Canito, Soler, Valverde y Koneiev, hay que mencionar a Pepito Ramos, Marcial, Antoni Camps, Isidre Flotats, Jaume Elias, Antonio Franco, Conrad Portas y Cristofol Solà, otros héroes sin capa que cambiaron el color de las franjas de su camiseta cuando el fútbol era más sentimiento que negocio.
¿Y al revés? Cuando el tráfico fue en dirección contraria…
Para que no digan que solo hablamos de “robos”, también ha habido cruces del Barça al Espanyol. Algunos con más gloria, otros por necesidad, otros… bueno, por casualidad cósmica:
Leyendas como Re, Czibor, Kubala o Archibald, canteranos que crecieron en La Masía y se consagraron en la entidad perica como los hermanos Roger y Óscar García Junyent, Toni Velamazán, o el gran Iván de la Peña. Lo mismo hicieron Joan Verdú, Sergio García o Rufete. Nando fue un zaguero inexpugnable que también militó en los dos equipos, el goleador Pichi Alonso dejó goles que recuerdan con cariño pericos y culés. Escaich, Jordi Cruyff, Simao Sabrosa, Samuel Etoo...Braithwaite la lista de “traidores” es casi interminable y de algunos ya ni te acuerdas.
Epílogo: vecinos, rivales y compañeros de ciudad
Barcelona es una ciudad hermosa… excepto cuando se trata de fútbol. Ahí, el amor se convierte en obsesión y la traición se mide en camisetas. Pero como demuestran Zamora, Urruti o Joan García, a veces cruzar la ciudad es cruzar hacia el destino correcto.
Ya sea por historia, polémica o casualidad, los traspasos del Espanyol al Barça (y viceversa) seguirán dando que hablar. Mientras tanto, Joan García ya entrena en la Ciutat Esportiva Joan Gamper, y los porteros del pasado asienten desde el recuerdo: bienvenido al club de los que se atrevieron.